A las tres y cuarto de la tarde de ayer, y tras varios intentos fallidos, por fin me pude poner en contacto con mi amiga Eva Leal.
Nada más descolgar el teléfono supe que lo habían logrado. Su enorme grito de alegría no podía significar otra cosa. Creo recordar que le contesté con otro grito, supongo que para alguien ajeno a la conversación, ininteligible e incomprensible. Pero Eva estoy seguro de que si lo entendió. Enorme la euforia que transmitían sus palabras. Y no era para menos.
La selección gaditana minibasket femenina había acudido a Fuengirola a disputar el campeonato de Andalucía con no pocas dudas. Los entrenadores creían que a pesar de haber realizado durante meses un ingente trabajo no sería suficiente para poder competir con garantías. Pero como suele ocurrir con los grupos bien gestionados, y este lo ha estado, en el momento de la verdad el equipo se ha crecido y ha sido capaz de superar sus limitaciones para ganar con brillantez un campeonato vibrante y en el que han dejado muy alto el pabellón del baloncesto femenino provincial.
Pero personalmente, y sabiendo que este es un enorme éxito de todos los clubes y técnicos que trabajan día a día con las jugadoras hoy campeonas, lo que me emociona realmente es que este equipo ha ganado siendo fiel a una forma de entender este juego y a una filosofía, perdóneseme el atrevimiento, casi vital: VALIENTE, SIEMPRE VALIENTE. Presión 48 minutos, intensidad máxima y contraataque. Juego aparentemente simple, pero que los que llevamos algunos años en esto, sabemos que en realidad de simple no tiene nada.
Por eso hoy siento una enorme gratitud hacia esos entrenadores que han sido capaces de llegar al éxito, pequeño para algunos, enorme para nosotros, jugando con el estilo del que estoy enamorado desde que empecé, como dice mi queridísimo Yeray, en esto de la pelota gorda. Y gratitud porque nada más terminar el taquicárdico partido contra Granada que les abría las puertas a la final, Yeray, en una nube en ese instante, se acordó de que había un tipo gordo y calvo en Chiclana que les seguía y les empujaba desde la distancia y tuvo el enorme detalle de telefonearme para hacerme partícipe, involuntario en cualquier caso, de su alegría.
Muchas, muchísimas son las horas que mis amigos Yeray Lobato y Eva Leal, les han dedicado a esta selección. Enorme sacrificio el de ambos, sacando un tiempo del que no disponen y sacrificándolo casi todo para poder seguir haciendo un buen trabajo con este grupo. Miles de kilómetros los que lleva Yeray en los últimos meses, viniendo los viernes por la tarde desde Jaen para entrenar, entrenar, jugar, entrenar y volverse el domingo por la noche. Locura absoluta la de Eva, entrenadora en Chiclana-Ituci, jugadora en el senior de la Gymnástica, entrenadora-psicóloga con la selección. Por eso me siento muy pero que muy orgulloso de haber podido compartir con vosotros muchas horas de baloncesto y una misma forma de entenderlo.
Gracias, me habéis hecho enormemente feliz hoy.
Nada más descolgar el teléfono supe que lo habían logrado. Su enorme grito de alegría no podía significar otra cosa. Creo recordar que le contesté con otro grito, supongo que para alguien ajeno a la conversación, ininteligible e incomprensible. Pero Eva estoy seguro de que si lo entendió. Enorme la euforia que transmitían sus palabras. Y no era para menos.
La selección gaditana minibasket femenina había acudido a Fuengirola a disputar el campeonato de Andalucía con no pocas dudas. Los entrenadores creían que a pesar de haber realizado durante meses un ingente trabajo no sería suficiente para poder competir con garantías. Pero como suele ocurrir con los grupos bien gestionados, y este lo ha estado, en el momento de la verdad el equipo se ha crecido y ha sido capaz de superar sus limitaciones para ganar con brillantez un campeonato vibrante y en el que han dejado muy alto el pabellón del baloncesto femenino provincial.
Pero personalmente, y sabiendo que este es un enorme éxito de todos los clubes y técnicos que trabajan día a día con las jugadoras hoy campeonas, lo que me emociona realmente es que este equipo ha ganado siendo fiel a una forma de entender este juego y a una filosofía, perdóneseme el atrevimiento, casi vital: VALIENTE, SIEMPRE VALIENTE. Presión 48 minutos, intensidad máxima y contraataque. Juego aparentemente simple, pero que los que llevamos algunos años en esto, sabemos que en realidad de simple no tiene nada.
Por eso hoy siento una enorme gratitud hacia esos entrenadores que han sido capaces de llegar al éxito, pequeño para algunos, enorme para nosotros, jugando con el estilo del que estoy enamorado desde que empecé, como dice mi queridísimo Yeray, en esto de la pelota gorda. Y gratitud porque nada más terminar el taquicárdico partido contra Granada que les abría las puertas a la final, Yeray, en una nube en ese instante, se acordó de que había un tipo gordo y calvo en Chiclana que les seguía y les empujaba desde la distancia y tuvo el enorme detalle de telefonearme para hacerme partícipe, involuntario en cualquier caso, de su alegría.
Muchas, muchísimas son las horas que mis amigos Yeray Lobato y Eva Leal, les han dedicado a esta selección. Enorme sacrificio el de ambos, sacando un tiempo del que no disponen y sacrificándolo casi todo para poder seguir haciendo un buen trabajo con este grupo. Miles de kilómetros los que lleva Yeray en los últimos meses, viniendo los viernes por la tarde desde Jaen para entrenar, entrenar, jugar, entrenar y volverse el domingo por la noche. Locura absoluta la de Eva, entrenadora en Chiclana-Ituci, jugadora en el senior de la Gymnástica, entrenadora-psicóloga con la selección. Por eso me siento muy pero que muy orgulloso de haber podido compartir con vosotros muchas horas de baloncesto y una misma forma de entenderlo.
Gracias, me habéis hecho enormemente feliz hoy.