Y es que después de 21 años entrenando en mi tierra, en mi pueblo, el 31 de mayo le pondré punto y aparte. La próxima temporada, por primera vez (en realidad, segunda, pero la anterior fue un pequeño entreacto obliglado por el trabajo y de hecho no terminé de marcharme), no entrenaré en Chiclana.
Aún quedan dos meses para el adiós, pero como resta mucho trabajo por hacer en tan corto periodo de tiempo, prefiero hacer esta pequeña despedida ahora, que en vísperas de la semana santa tengo un hueco.
Quiero agradecer a todos los que durante estos años me han dejado trabajar junto a ellos. Dos temporadas en la sección de baloncesto del Club Balonmano Chiclana, donde me formé como jugador. Dos más entrenando a los equipos del colegio La Salle. Un fugaz paso en la temporada 1992/93 por el Club Baloncesto Chiclana, donde empecé con el baloncesto femenino. En la 93/94 decidimos que el femenino merecía club propio y así lo hicimos. Esa y la siguiente la denominación del club fue Asociación Deportiva La Salle-Chiclana. Y en la 95/96 le cambiamos el nombre por el de Asociación Baloncesto Ituci, mi casa, mi referente, el club por el que siempre me sentiré orgulloso de haber entrenado. Toda una vida vistiendo de azul marino. Un paso efímero por la Unión Baloncesto Linense, mientras el trabajo me mantuvo en el Campo de Gibraltar y vuelta a Ituci. 12 temporadas en mi club, 14 si contamos las de La Salle-Chiclana. Entrenando desde la escuela hasta el senior. Y, tras la fusión, esta última temporada, en el Club Baloncesto Chiclana-Ituci. A todos y cada uno de los que han hecho posibles todos estos años de baloncesto, muchas gracias.
Guardo recuerdos buenos y malos, los menos, afortunadamente. El mejor, con el permiso de los demás, el ascenso a Primera Nacional, con aquel grupo humano inolvidable. He entrenado a más de 500 jugadores/as. Imposible llevarte bien con todos, de hecho algunos no me quieren ni ver. Me quedo con la mayoría, que me saluda con cariño cuando coincidimos, que guarda buenos recuerdos de sus años de entrenamiento con un servidor. Olga, Davinia, Toñi, Carmen Vanessa, Maqui, Vero Rivero, Marina, Silvia, Chari Rodríguez (si no te hubiese aburrido con mis entrenamientos tostón igual ahora no habrías corrido Giro y Tour, quien sabe), Araceli, Lorena, Montse, la gran Montse (como te hecho de menos), Inés Vera, Irene, Lourdes, Antonio, Cosme, Rivera, Andrés, ... mis maestros, Antonio y Pepe, y compañeros, como Juan Antonio, Francisco, Julio, Quin.
Pero sobretodo me quedo con los irreductibles, con los que me han dado aliento en los momentos malos, que han sido los primeros en alegrarse por mi cuando las cosas me han ido bien y que siempre me han ayudado. Aquellos que son algo más que mis compañeros o jugadoras y que se han cruzado en mi vida para formar parte de ella para siempre. Neno, con quien compartí la temporada más increible de me vida. Inés Bernal, que pasó de jugadora a familia. Inma Blanco, mi inspiración. Virginia y Reme, en cuya forma de trabajar me veo reflejado y a las que espero que mi marcha no les impida estar dentro de veinte años sientendo el aliento agradecido de cientos de jugadoras a las que habrán formado; Yeray, admirado, querido, idolatrado, referente dentro y fuera de una pista, aunque sea un bocazas, que me ha enseñado tanto de baloncesto, otra forma de trabajar, otra visión; y que no se me olvide, que me cedió este blog que él había creado; Eva, referente moral y espiritual, que me ha ayudado a intentar ser no mejor entrenador, sino mejor persona, que ha cambiado no solo mi visión del baloncesto, sino mi vida; Natalia, mi hermana, que empezaste como jugadora asustada y que desde hace muchos años compartes cena en casa con mi familia un par de veces al mes y de la que me siento honrado de ser su amigo. De vosotros no me despido porque se que seguireís estando a mi lado, vaya a donde vaya, con el inconfundible sello de nuestro querido Ituci.